sábado, 13 de agosto de 2011

Medusas, ¿el verdadero problema?

Tanto San Pedro del Pinatar como otras localidades del mar Menor son noticia por una ingente plaga de medusas. Estos celentéreos están causando serios problemas: merman la imagen de nuestras costas, y como consecuencia, el sector turístico se ve bastante afectado. La última gran plaga está teniendo lugar estos días. La Consejería de Agricultura ha puesto en marcha un operativo de pesca compuesto por doce embarcaciones de la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar, además de otras embarcaciones que están limpiando en profundidad las medusas detectadas en las zonas de baño tanto de las playas de San Pedro como del resto de localidades[1]. Así mismo, los bañistas y empleados contratados recogen más y más medusas. Incluso se han instalado contenedores especiales en las playas para que los bañistas colaboren en la recogida. 
En el último pleno municipal de San Pedro del Pinatar se habló de este importante problema. Parece ser que algunas de las redes de contención que posibilitan las zonas de baño libres de medusas se rompieron, y además, otras han sido robadas. Como consecuencia, las medusas pueden entrar libremente a las zonas de baño.
El ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, en conjunción con otras instituciones, está tomando medidas a corto plazo para paliar esta plaga y que los bañistas puedan disfrutar de las playas del mar Menor cuanto antes. Sin embargo, ¿nadie ha pensado de dónde procede esta plaga de medusas? Las plagas de seres vivos no apareces por arte de magia, y en este caso las medusas son sólo la punta del iceberg.
Fuente: http://marmenorenclave.blogspot.com

El mar Menor se muere

El mar Menor es una de las lagunas litorales de agua salada más importantes del mundo. Como consecuencia del Trasvase Tajo-Segura, y del crecimiento de la actividad agrícola del Campo de Cartagena, esta laguna recibe cada año entre 2500 y 3000 toneladas de nitratos y fosfatos disueltos en aguas residuales y urbanas y en el drenaje agrícola, que entran a través de la Marina del Carmolí, la rambla del Albujón y la playa de la Hita. Por si eso no fuera suficiente, el mar Menor recibe unos cinco millones de metros cúbicos anuales de aportes subterráneos procedentes de los acuíferos del Campo de Cartagena, contaminados a su vez por una actividad agrícola que lleva concentraciones de nitratos de más de 200 y 300 miligramos por litro, seis veces por encima del límite que fija la Directiva Europea de Aguas Subterráneas.[2]
Todos estos nutrientes orgánicos procedentes de los abonos agrícolas y de las aguas de origen urbano llegan al mar Menor. Ésto se traduce en un “boom” de nutrientes. Estos nutrientes hacen que prolifere el fitoplancton marino, que a su vez hace dispara exageradamente el número de organismos que se alimentan de él (entre estos organismos están las medusas)[3]. La tasa de renovación del agua de la laguna costera es superior a un año, por lo que no le da tiempo a contrarrestar la acumulación progresiva de nutrientes. Éstos son claros síntomas de un proceso denominado “eutrofización”: el aporte masivo de nutrientes dispara la producción vegetal alimentada por los nitratos. Ésto hace el agua empiece a tomar un color verde, lo que impide que la luz llegue al fondo, con consecuencias fatales para la mayoría de las especies marinas.[4] El mar Menor va rumbo a convertirse en una charca verdosa y sin vida, cuyas aguas presentarán altos niveles de contaminantes que impedirán que siga siendo una zona de baño al haber peligro para la salud de los bañistas, provocando además graves pérdidas económicas relacionadas con la pesca y siendo, claro está, un importante desastre medioambiental. Pero, ¿por qué la laguna está resistiendo?


Las medusas “salvadoras”

Como hemos dicho, el exceso de vertidos contaminantes al mar Menor provoca un aumento de fitoplancton. Ésto hace que a su vez se dispare el número de organismos que se alimentan de ese fitplancton, como las medusas. Además, la sobreexplotación pesquera del mar Menor ha conseguido disminuir drásticamente las poblaciones de muchas especies de peces que eran competidoras naturales por el alimento o depredadores con las medusas [3], de manera que ahora tienen “vía libre” para crecer sin parar: alimento a espuertas, y ni rastro de competidores ni depredadores.
Se ha demostrado que el aumento de la temperatura no afecta a la proliferación de medusas[7]. Por el contrario, estos dos factores han sido determinantes en la proliferación masiva de las dos especies más abundantes en el mar Menor: Cotylorhiza tuberculata (comúnmente llamada “huevo frito”) y Rhizostoma pulmo. 

Actualmente se han publicado numerosas investigaciones que apoyan y demuestran la delicada salud en la que se encuentra el mar Menor. Una de estas investigaciones ha sido llevado a cabo por el equipo de Ángel Pérez Ruzafa, de la Universidad de Murcia, uno de los ecólogos marinos más importantes de Europa. Pérez Ruzafa explica que “el Mar Menor está en un equilibrio muy inestable. Todo el ecosistema trabaja para absorber la entrada de nutrientes. Está al límite”. Además, “ese equilibrio se puede romper en cualquier momento y por ese motivo la clave está en controlar los vertidos, principalmente los que llegan del Albujón, donde está localizado el 90% del problema, pese a tratarse de un canalito de cinco metros que sin embargo vierte de forma continua”.[4]
La calidad de las aguas y los niveles de clorofila, sin embargo, son razonablemente buenos debido precisamente a la actividad de las medusas y del ictioplancton. El profesor Ruzafa comenta que ”el mayor problema del Mar Menor es el riesgo de eutrofización que tiene si no se controlan los vertidos que van a él”.  “Ahora mismo está al límite, está forzado, y es sorprendente que no haya hecho “bluf” ya”. Sin embargo, el Mar Menor tiene una gran capacidad de combatir ese estrés, ya que presenta mecanismos de recuperación como es el caso de las medusas. “Las poblaciones de medusas proliferan y se comen el fitoplancton, con lo cual, los nutrientes se mantienen bajos y la calidad del agua se mantiene razonablemente buena. Las medusas nos han salvado un par de papeletas en el Mar Menor. Desde el punto de vista turístico son muy molestas, pero desde el punto de vista de calidad de las aguas (que también repercute al turismo) han sido una bendición “[5].

El profesor añade que “esta estabilidad es muy frágil, ya que la situación puede cambiar en cualquier momento, y si una marea roja redujera las poblaciones que ejercen actualmente ese control, el sistema perdería su capacidad autorreguladora y el proceso de eutrofización se dispararía con la consiguiente pérdida de la calidad del agua, con repercusiones graves para la actividad turística y la pesca*.
El deterioro actual de la laguna salada vulnera los límites propuestos por la Agencia Ambiental Europea para la calidad de las aguas, y que en las estaciones de la red de vigilancia, próximas a la costa, se superan las concentraciones de nutrientes; mientras que en las próximas a la rambla del Albujón se rebasan ampliamente los indicadores con una “muy mala calidad del agua” [2]

¿Qué hacemos?

Diversos estudios científicos confirman lo inevitable. Aunque a corto plazo quitemos medusas y las echemos a un contenedor, si el problema no se toma de raíz, se agravará cada vez más hasta que el equilibrio del mar Menor se desmorone y perdamos un paraje de incalculable valor. El problema no son las medusas, es lo que las alimenta. 
Recientemente, miembros de ANSE (Asociación de Naturalistas del Sureste) realizaron una protesta frente a la desembocadura de la rambla del Albujón contra el vertido de la laguna de toneladas de nitrógeno procedentes de la agricultura intensiva.
ANSE opina que la solución del vertido de nitratos y fosfatos al Mar Menor solo es posible si se limita el crecimiento urbanístico en la ribera y se procede a la reordenación de la actividad agrícola del campo de Cartagena, limitando el uso de productos químicos. Además, es partidaria de la construcción de los denominados “filtros verdes” en los humedales salinos y áreas adyacentes, que reducirían notablemente la entrada de nitrógeno a la laguna. Las denuncias de ANSE ante la Comisión Europea están obligando a la Comunidad Autónoma a la elaboración de diversos estudios que determinarán el grado de contaminación existente y las medidas que van a ser adoptadas para solucionar el problema de “eutrofización” del Mar Menor. Las medusas funcionan como una inmensa depuradora sin la cual es posible que los problemas de eutrofización fueran todavía más graves[6].
Debemos tomar conciencia de la gravedad y vulnerabilidad a la que está sometido el mar Menor. Si  no cortamos el problema de raíz, las consecuencias pueden ser nefastas (tanto desde el punto de vista medioambiental como económico). Debemos exigir a los diferentes equipos de gobierno que se tomen las medias oportunas para evitar la destrucción del corazón ambiental y financiero de nuestra localidad. 


Referencias a artículos:



Otros enlaces de interés:

1 comentario:

  1. Realmente un resumen excelente, muy bien expuesto.

    Ahora es el turno de los ciudadanos y los clubes del Mar Menor que organizados y junto a las asociaciones, que llevan años estudiando el problema, pueden empezar a ejercer presión.

    Tenemos un tesoro y casi lo hemos perdido pero todavía estamos a tiempo de conservarlo para disfrutarlo muchísimos años más.

    Me gustaría enlazar este artículo, si no tenéis objeciones.

    En los nietos ya han empezado a organizarse junto a su club náutico(principal responsable del problema en sus playas) para empezar a ejercer presión. Vuestra ayuda sería muy valiosa para ellos.

    Muchas gracias por todo.
    Pronto publicaremos info nueva en nuestro blog.

    ResponderEliminar